En contexto
Liderazgo, quizás usted y yo coincidamos en que es uno de los conceptos del que más se ha escrito en este ya casi cuarto de siglo del nuevo milenio, la aparición de modelos, de teorías, de tendencias, hacen de este concepto un mar casi insondable de información. Eso no es necesariamente negativo, en general, la variedad de enfoques permite tener un espectro mayor de elección, sea que quien lidera desee optar por uno o bien logre desarrollar uno propio a partir de estos.
No obstante, no puede obviarse que, en ese mismo universo informativo, en ocasiones a las organizaciones se les dificulta visualizar el o los estilos a través de los cuales sus figuras de liderazgo despliegan sus modelos de gestión, lo que da como resultado disonancias importantes en la forma en cómo se consiguen (o no) los objetivos de la organización y el innegable impacto de esto en el clima organizacional o en los modelos de Employer Branding, Experiencia del Empleado y Programas de Bienestar.
El Perfil de Liderazgo Organizacional (PLO) como le he llamado a esta práctica, se ha transformado en los últimos años en un sistema de gestión fundamental en las áreas de Talento, pues ha permitido a las organizaciones enfocarse en aquellas características que son altamente relevante en sus líderes en el camino hacia el logro de los objetivos.
Construir el Perfil de Liderazgo Organizacional (PLO)
La construcción del PLO es un ejercicio similar al que se hace en la determinación de competencias y en general cumple con las mismas características: de impacto estratégico, relevantes, retadoras y aceptadas. Un PLO es en esencia: los comportamientos estratégicos que se esperan de los líderes para mantener la cultura alineada a la estrategia. Una empresa del sector informático colocó como uno de sus comportamientos del PLO “Hace de la innovación un diálogo constante”, una empresa del sector automotriz “Muestra gratitud y reconocimiento ante los logros”, todos ellos tienen una intención y una razón de ser que, nace del proceso de diseño del PLO.
Aunque no son los únicos, sin duda tres insumos que son fundamentales en la construcción del PLO:
Por lo general en la construcción del PLO, se reconocen como mínimo tres fases:
La creación de un PLO puede ser tan teórico o tan práctico como la organización lo desee, entre más importancia, peso y valor se le dé en los diferentes sistemas de medición de éxito organizacional la velocidad de implementación será mayor.
Pero la velocidad de implementación también depende de la estabilización del PLO, estabilidad refiere a ver efectos reales en los comportamientos de las figuras de liderazgo, esta estabilidad dependerá de muchos factores, por ejemplo, a mayor rotación de líderes o altos potenciales más dificultades habrá, otros pueden ser el tiempo y la inversión que la organización dedique a estos programas, en todo caso, la organización debe asegurarse los mecanismos de control para proveer esta estabilidad.
Derivadas de mi experiencia en el tema, dos consideraciones que me parecen importantes: primera, nunca un PLO sustituye la esencia de la persona, es decir, no se trata a priori de modificar quien es la persona, ha de partirse de un respeto por esto, sino que, el PLO debe propiciar el aportarle nuevas características a su modelo de liderazgo que le faciliten el encuadre con la Cultura y la Estrategia, dinámica por demás, que no le es propia al PLO sino que se da también con otras materias en la vida empresarial, y segundo, si el proceso ha sido asumido con exigencia organizacional, la creación de un PLO termina teniendo un impacto que va más allá de quienes dirigen o quienes se preparan para ello, y alcanza, con el pasar del tiempo, a todas las personas en la organización, quienes no solo le van conociendo, sino que lo van asimilando y se transforman también en garantes de que este se cumpla.
En una brevísima nota aparte, pues me parece valioso al menos mencionarlo, no se puede obviar que en los últimos años asistimos a una realidad en materia de liderazgo que viene utilizando conceptos similares a “humanizar el liderazgo”, varias voces al respecto comentan y escriben, creo sin haber aun desarrollado un ejercicio conjunto que el PLO es un buen escenario para abordar la materia.
Finalmente, el PLO no debe ser visto como una herramienta, antes bien como sistema de gestión, asumido de esta forma sabrá responder, aportar y guiar el trabajo de las áreas de talento en cuanto a liderazgo presente y futuro se refiere y, permitirá al liderazgo organizacional permanecer enfocado, desde sus habilidades en la gestión del talento, la estrategia y en la creación de valor empresarial, todo como un conjunto.
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