Usar la comida como mecanismo para manejar las emociones, mejor conocido como “alimentación emocional", es un fenómeno que se ha convertido en un problema de salud pública en México, toda vez que contribuye al sobrepeso, la obesidad y otras condiciones relacionadas.
Como lo explica Tecmilenio en un comunicado, la alimentación emocional consiste en consumir alimentos para afrontar, evitar o regular emociones como el estrés, la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento.
Entre las consecuencias físicas se encuentran el sobrepeso, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer. Las mentales incluyen depresión, ansiedad, baja autoestima y trastornos de la alimentación.
"Algunas señales que indican que una persona está recurriendo a la alimentación emocional son comer en exceso cuando no se tiene hambre, sentirse culpable o avergonzado después de comer, utilizar la comida como recompensa o castigo, evitar situaciones sociales por miedo a comer en exceso, tener cambios repentinos en el apetito y sentir que la comida es la única forma de controlar las emociones", explica Kikue Cruz Maturano, directora asociada de la Escuela de Bienestar y Salud de Tecmilenio.
Es importante destacar que la alimentación emocional no es un problema individual, sino que se ve influenciada por factores sociales, culturales y económicos. Por ello, es necesario un enfoque integral que incluya acciones desde el ámbito individual, familiar, escolar, laboral y comunitario para prevenir y atender este problema.
La alimentación emocional es un problema complejo que requiere de un esfuerzo conjunto para su solución. La Universidad Tecmilenio, a través de su formación de profesionales de la nutrición y su compromiso con la investigación, está contribuyendo a este esfuerzo, concluye Kikue Cruz, directora asociada de la Escuela de Bienestar y Salud de Tecmilenio.
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