La investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Patricia Pozos Rivera, aseveró que los mexicanos que viajan a Estados Unidos a trabajar en busca de mejores condiciones de vida generalmente lo hacen en los sectores más desfavorecidos, con bajos sueldos, escasas o nulas prestaciones sociales y con gran explotación, porque no son considerados como empleados calificados.
De 1990 a 2020, apuntó, diversificaron sus actividades, pues de concentrarse hace tres décadas básicamente en el sector agrícola actualmente se han expandido a las ciudades, donde se desempeñan mayoritariamente en el sector de la construcción, minería y fabricación de maquinaria (en especial de petróleo y gas).
También en restaurantes y otros servicios de comida, en labores a edificios y viviendas, en escuelas y lavado de coches. “Siguen haciendo lo que llaman en Estados Unidos las 3D: dirty, dangerous and difficult (sucio, peligroso y difícil)”, señaló en la conferencia Reestructuración productiva y su efecto en la estructura del mercado laboral de Estados Unidos 1990-2020.
La economista detalló que hasta 2020 un 5.15 por ciento de los migrantes mexicanos, especialmente los jóvenes, se concentraron en el sector primario de la economía, participando en la producción de cultivos y de animales; caza, pesca y captura.
En tanto, 25.89 por ciento se ubicó en el sector secundario, básicamente en la construcción, fabricación de productos plásticos, así como sacrificio y procesamiento de animales. Y 68.96 por ciento se desempeña en el terciario. En estos empleos hay estrategias que ofrecen flexibilidad para el trabajador, destacó la experta.
“De estas estrategias que buscan la flexibilidad en diversos ámbitos y niveles, surgen nuevas formas de empleo. Para algunas de ellas, los trabajadores migrantes (mayoritariamente mexicanos) resultan trabajadores ad hoc, por ejemplo, para el trabajo temporal, a domicilio, teletrabajo, empleo a tiempo parcial y trabajadores en aplicaciones”, afirmó.
Pozos Rivera enfatizó que los indocumentados son considerados fuerza de trabajo sin calificación. Sin embargo, son fundamentales para la economía estadounidense.
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