Los líderes dentro de las empresas se enfrentan constantemente a situaciones donde su capacidad intelectual debe forzosamente complementarse con otras capacidades que no necesariamente son técnicas, sino emocionales.
La autorregulación, esa constante conversación al interior de la mente y que ayuda a no ser presa de las propias emociones, genera ambientes laborales que aunque sean intensos, son pacíficos, estima el empresario yucateco Juan Manuel Ponce Díaz.
En un artículo, sostiene que esta capacidad en los líderes está relacionada con la reflexión y la contemplación; actúan con precaución frente a los cambios y nunca los rechazan. “Siempre están buscando más información que fundamente sus decisiones. Son personas íntegras, son personas que siempre preferirán el beneficio de la empresa a largo plazo sobre beneficios personales en el corto plazo”.
Sin embargo, añade, no se debe confundir lo anterior con un líder pasivo o carente de pasión, ya que es común que se prefieran líderes que sepan demostrar el poder y la autoridad vehementemente, pero en ocasiones hay un descontrol sobre sus reacciones y emociones que los llevan a cometer errores que ponen en riesgo a las empresas.
Los líderes con autorregulación son capaces de explotar su talento y no son limitados por los constantes conflictos. Los constantes cambios que afectan a las empresas hoy en día, su crecimiento, las fusiones, los reacomodos, los movimientos en el mercado, provocan incertidumbre, y un líder que entra en pánico cuando se dan los cambios, destruye a la empresa, alerta.
Para Ponce Díaz, quien también es presidente de la Asofom en el Sureste, el líder debe permanecer en control de la situación, debe observar, evitar juicios sin fundamento e ir comunicando de manera eficaz al personal y a medida que los cambios siguen su camino, ellos mismos se vuelven gestionadores del cambio.
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