“Todavía tenemos trabajo por hacer para mostrar al mundo y a la sociedad todo el potencial positivo de lo que pueden hacer los cobots”.
En opinión de Denis Pineda, Presidente Regional para Latinoamérica, de Universal Robots, la mentalidad de miedo que prevalece en torno a una posible "toma de control robótica" solo se actualizará si construimos robots que trabajen para nosotros, en lugar de trabajar con nosotros.
“Es una gran diferencia, aunque a menudo se pasa por alto”, resalta al explicar el acrónimo cobot, usado para referirse a robots colaborativos, dispositivos que involucran inherentemente la interacción humano-robot, en un artículo denominado Integrar, no remplazar: ¿cómo poner fin a este paradigma social?
El especialista plantea que existe una población mundial que alcanza rápidamente los 12 mil millones, y al mismo tiempo, muchas industrias se mueven hacia una automatización parcial, si no completa; “nos estamos preparando para crisis económicas a medida que se reemplazan más y más puestos de trabajo”.
Las crisis de salud mental y el aumento de las tasas de criminalidad también van de la mano con un alto desempleo, y no son solo los potencialmente desempleados los que se verán perjudicados. Si se agrega un robot a un trabajo y es el que impulsa el valor de la tarea, el humano sentirá que solo está ayudando al robot. Sin la capacidad de apropiarse de sus trabajos, la autoestima individual de los trabajadores inevitablemente caerá.
El directivo considera que reemplazar a las personas con robots es una línea directa al malestar social, lo que conduce a la caída en picada del bienestar económico y social; los robots son herramientas importantes y poderosas, pero deben implementarse con atención.
Actualmente, abunda, existen fabricantes de robótica que operan desde una perspectiva de adaptación humana a los robots, y no al revés.
“Sin embargo, un robot implementado desde la perspectiva de un amplificador es uno que se adapta a los seres humanos. Necesita poder entender a un humano de una manera que importe, y recopilar la información necesaria para ayudar a los humanos, no para mandarnos y dirigirnos”, expone.
Pineda concluye que en lugar de forzar la robótica en los lugares de trabajo, las personas deberían querer darle la bienvenida al robot y a partir de ahí, comenzar a pensar en robots juntos.
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