Miedo al fracaso, querer ser perfeccionista y no conocer sus propias habilidades son las principales causas de este síndrome.
La afectación psicológica que impide creer en uno mismo, es decir, sentir que no se es merecedor de los logros obtenidos, adjudicarlos a la suerte y no a la propia capacidad, se conoce como síndrome del impostor, tema del Termómetro Laboral 108 de OCCMundial.
La encuesta para conocer cuántas personas han padecido o se han sentido abrumadas por este síndrome desvela que 46 por ciento de los trabajadores han presentado el síndrome del impostor en diferentes ocasiones, y es probable que cada que tienen un logro o presentan cosas positivas en su ambiente profesional (incluso en el personal), no se sienten convencidas de que lo merecen o se lo adjudican al destino.
El 30 por ciento asegura que siempre han padecido de este síndrome, dándole todo el crédito a la suerte o a otras circunstancias, menos al esfuerzo e inteligencia propia, mientras que otro 23 por ciento asegura que nunca han padecido de este síndrome ya que creen en sí mismos.
Por último, el 1.0 por ciento restante considera que son muy pocas las veces que han presentado este padecimiento, según cifras de la bolsa de trabajo en línea.
Uno de los tantos síntomas del síndrome del impostor es que el trabajador no se siente a la altura de su actual trabajo, no siente que merezca el sueldo que tiene o en su caso recibir un aumento o bonos. Otros síntomas de este padecimiento son:
Cuestionados sobre qué síntomas son los que con mayor frecuencia presenta cada uno, el 45 por ciento ha presentado el miedo a fracasar; es un miedo extremo e irracional a fallar o a cometer errores. La mayoría de las personas que presentan este miedo pueden reaccionar de dos modos: evitando situaciones en donde tengan que realizar actividades que puedan fracasar o la sobrecompensación que significa que hacen hasta lo imposible por conseguir el resultado esperado, descuidando la salud mental, entre otras cosas.
El otro 28 por ciento aseguró que en ocasiones el no conocer sus propias habilidades es la consecuencia de tener el síndrome del impostor y de sentirse incapaz de hacer ciertas actividades o proyectos.
El 25 por ciento mencionó que el querer ser perfeccionista es lo que los hace sentirse impostores o poco merecedores de sus logros profesionales, ocasionando ansiedad, estrés o incluso el síndrome del burnout, posteriormente esto genera malas consecuencias.
Por último, el 1.0 por ciento restante opina que el tener el síndrome del impostor es una consecuencia por tener baja autoestima o tener heridas de la infancia que no han sido tratadas y, por lo tanto, se reflejan en la vida adulta.
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