La nueva administración tiene una oportunidad única para cerrar las brechas de género en las secretarías de Estado.
Aunque la representación de mujeres en el sector público creció de 34 por ciento en 2006 a 43 por ciento en 2023, las funcionarias siguen subrepresentadas en puestos de mayor nivel jerárquico, como subsecretarías y jefaturas de unidad, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) e Incubadora Míticas.
A través de grupos focales y entrevistas, en los que participaron más de 50 funcionarias públicas de siete secretarías de Estado a nivel federal, ambas instancias identificaron tres barreras principales que reportan las mujeres en las secretarías de Estado: Los intereses políticos frenan el crecimiento de las mujeres, las condiciones laborales no son inclusivas y la violencia laboral limita la permanencia en el trabajo.
En el primer punto, la investigación revela que el sistema de contratación abierta del Gobierno Federal facilita la incorporación de personal de confianza y este tipo de puestos permite el acceso a cargos de mayor nivel jerárquico. Sin embargo, la mayoría de estos puestos son ocupados por hombres (60 por ciento) y su permanencia depende en gran medida de la administración en turno, lo que limita la certidumbre sobre el desarrollo profesional a mediano y largo plazo.
Aunque existen mecanismos para promover la igualdad de género, como el Sistema de Servicio Profesional de Carrera y las Unidades de Género, el impacto no ha sido el esperado. Las mujeres que participaron en las conversaciones señalan que esto se debe a la falta de recursos y de coordinación entre las secretarías.
Respecto a que las condiciones laborales no son inclusivas, el IMCO e Incubadora Míticas sugieren que la falta de políticas de inclusión, como flexibilidad o trabajo híbrido, sumado a jornadas laborales extensas dificultan la conciliación entre la vida personal y laboral.
Dado que las mujeres desempeñan una mayor proporción del trabajo no remunerado, estas condiciones hacen poco viable que ellas puedan crecer dentro de las secretarías de Estado, o bien, las lleva a posponer decisiones personales como el matrimonio o la maternidad.
Sobre el tercer punto, destacan que, si bien existen protocolos obligatorios en las secretarías de Estado, la violencia de género persiste en los entornos laborales. Según el INEGI, una de cada cinco mujeres empleadas en instituciones gubernamentales reporta haber vivido alguna forma de violencia. Las participantes identificaron dos deficiencias en los mecanismos de atención: i) la abstención de denunciar por temor a represalias que puedan afectar su carrera en el sector público y, ii) la falta de instrumentos de denuncia adecuados para reportar estos abusos.
En este marco, el IMCO e Incubadora Míticas proponen:
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